Sunday, May 25, 2008

El diablo viene a cobrarse su alma

Mariano Rajoy está pagando el arriesgado pacto que firmó con Satanás hace unos cuatro años. En dicho pacto, el Maligno le prometió al buen gallego la victoria en los comicios generales.
Mariano, sorprendido por la oferta de Lucifer, le preguntó qué debía darle a cambio.
El Diablo le contestó con un escueto: "tú limítate a seguir mi estrategia".
De algún modo esto resume la estrategia del PP durante los últimos cuatro años. Años en los que la derecha española ha protagonizada una campaña de acoso y derribo sin precedentes en la historia democrática española, y en los que la división entre españoles se llevó al punto más alto desde 1936, gracias al triunfo de las corrientes más irracionalistas dentro del conservadurismo español.
Una vez perdidas las elecciones, aquellos que le marcaron el camino de la derrota a Rajoy no están dispuestos a reconocer su papel. Más al contrario, su obsesión radica en quemar la marioneta que han utilizado hasta ahora, con la esperanza (sin segundas) de poder colocar alguna otra máscara que cubra sus fechorías.
La crisis del PP no sólo es un problema interno, es un drama para un país democrático que necesita una oposición definida y leal.
Pero, como en toda crisis, las oportunidades que se abren ante los militantes del PP son muy interesantes, siendo, en mi opinión, la más interesante, aquella que se basa en, de una vez por todas, acabar con la fingida amistad entre los diferentes sectores del partido, y comenzar a trazar el futuro de las tres grandes familias que coexisten en el seno de la amalgama popular, a saber, liberales, democristianos y ultraconservadores.
En España se da la curiosa circunstancia, desconocida en el resto de Europa, de la inexistencia de partidos liberales y de extrema derecha. Miremos donde miremos, ambas familias políticas existen en los estados de nuestro entorno: Portugal, con su PSD y su CDS-PP; Francia, con el MD, la UMP y el FN; Alemania con la CDU/CSU y el FPD; Reino Unido, con los Lib-Dem y los Tories; o Dinamarca con la Venstre, Die Radikale Venstre, Die Konservative y el DF.
En España dichas opciones, desde la liberal hasta la ultraderechista, conviven en el PP.
Si de verdad lo que sucede en el PP es una batalla ideológica, lo cual sería loable para la derecha española, es el momento de la verdad, el momento de los ideólogos, de los políticos con mayúsculas, más allá de los debates puramente personalistas o las discusiones de marketing sobre qué candidato "cae mejor" para ganar unas elecciones.
Mariano Rajoy está probando su propia medicina, está siendo vilipendiado por un grupito de extrema derecha cuyo único fin es la conquista del poder, cueste lo que cueste, y la imposición de un dogmatismo irracionalista de raiz extremista basado, fundamentalmente, en el patrón miedo como elemento nuclear que amalgame las distintas fuerzas necesarias para vencer en una cita electoral. Si la base de la crisis es la existencia de divergencias ideológicas en la derecha, este es el momento de modernizar su propio espectro ideológico, y hacer que madure su opción política para ofertar a los votantes opciones más definidas que, sin duda, ayudarán a completar el desarrollo democrático de este país.

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Monday, May 12, 2008

Corrupción

En el último año se han venido conociendo una pléyade de casos de corrupción en diferentes lugares de la geografía española. Corporaciones gobernadas por PSOE, PP, IU, PNV, CiU...nadie parece escapar del poderoso influjo del lado oscuro del servicio público, aquel que consiste en recompensar la confianza de los ciudadanos llenándose los bolsillos de euros manchados de deshonra.
Decía esta mañana Alfredo Pérez Rubalcaba, en referencia al terrible caso de corrupción policial de Coslada, que unas cuantas manzanas podridas no podían ocultar un cesto lleno de manzanas sanas. Puede que tenga razón. El problema reside en que Coslada es la punta de un iceberg en el que se encuentran Torre Pacheco, Andratx, Madrid, Cienpozuelos, Marbella, Estepona...Una miriada de nombres bajo los que se ocultan servidores públicos sin escrúpulos.

¿Hasta cuando habrá que soportar esta pesadilla?

Es urgente que las administraciones públicas encuentren un modo eficaz de fiscalizar las actuaciones de sus propios miembros. De lo contrario, el sistema democrático sobre el que se sustenta la viabilidad de nuestro país corre el riesgo de entrar en una espiral de descrédito que favorezca la aparición de demagogos salva patrias que a menudo gustan de envolverse en la bandera de la honradez. Ha sucedido en otros lugares, y el resultado no ha sido demasiado edificante.

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Sunday, May 04, 2008

El ascenso del postfascismo: Ave, Silvio

Brazos en alto, cierre de fronteras, segundo plano de las mujeres, "Falanges romanas".
Italia escoge el resurgir de los camisas negras, en una nueva marcha sobre Roma capitaneada por Silvio Berlusconi, Umberto Bossi, Gianfranco Fini y Gianni Alemanno.
Esto no es el guión de una película, ni un vistazo al pasado. En Europa, el fascismo está retornando, con un mensaje más estético y amable, pero con los mismos principios que llevaron a Benito Mussolini a sojuzgar al pueblo italiano.
Esto no es, por mucho que se nos insista, la derecha. Es la extrema derecha.
Estos caballeros, porque ninguna es fémina, ni lo va a ser si no es para ocupar un cargo de puro ornato, no se asemejan a Angela Merkel, Anders Fogh Rasmussen, Guy Verhofstadt o Donald Tusk, algunos de los líderes de la derecha europea, sino que son la más perfecta versión gubernamental de Horst Mahler, Geert Wilders, o los líderes del Vlaams Belang.
Esta realidad nos descubre un presente muy preocupante.
Los movimientos populistas, de vertiente irracional, y basada en consignas sencillas, machaconas y demagógicas, están ganando terreno entre las preferencias de los ciudadanos. Este fenómeno debe ser merecedor de una reflexión muy reposada y en profundidad por parte de todos los que, de una u otra manera, defendemos que la democracia es el sistema más conveniente de cuantos existen, pero somos conscientes del talón de aquiles del sistema, a saber, que, sirviéndose de los medios del sistema, puede acabarse con él.
Y estos movimientos, que en los últimos tiempos osan rodearse del adjetivo liberal, no persiguen más que alcanzar un poder total y autoritario, que, a la postre, sólo precise de una apariencia democrática formal.
La primera pica ya está puesta en Italia...

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