Saturday, November 12, 2005

No a la LOE

Yo también estoy en contra de la LOE, pero por motivos muy diferentes a los de los ciudadanos que hoy se han manifestado por Madrid.
Parto del axioma fundamental de que la educación en este país es muy deficiente, y lo achaco a dos problemas fundamentales:
- Por un lado la imposibilidad, o dejación, por parte de los padres de realizar seguimientos pormenorizados de sus hijos. En efecto con hipotecas que consumen un sueldo entero, precios que no hacen más que subir, deficientes ayudas estatales que fomenten la natalidad y un acervo cultural que nos dirige a la disminución de familias nucleares, la labor de los padres en la educación de sus hijos está comenzando a pasar factura en sentido negativo. El ritmo de vida al que se obliga a adecuarse a las parejas y matrimonios jóvenes acaba por liquidar las opciones para ejercer un verdadero desarrollo compartido de la niñez y la juventud en cuanto a la educación.
- Por otro lado el obsoleto y rígido sistema español de enseñanza, que ninguno de los partidos mayoritarios ha sido capaz de mejorar. Mientras el resto de Europa tiende a la transversalidad, la especialización, la flexibilidad y la interacción de los diferentes sistemas escolares, con niños con un gran dominio de diferentes idiomas y materias, motivados en la escuela, con menos horas de clase y más fomento de la responsabilidad y la interacción voluntaria con la enseñanza, España sigue prefiriendo encallar en la misma roca. Seguimos siendo verdaderos cíclopes unioculares en lo que a la asunción de nuevos retos se refiere, siendo incapaces de ofrecer una alternativa de calidad que innove y nos situe en el siglo XXI. Los niños necesitan sentirse partícipes de su enseñanza, libres en el aprendizaje de aquello en lo que puedan desarrollar sus mejores facetas. Tal como está pensada, la enseñanza española no es más que un gigantesco ordenador que escribe y re-escribe sobre los discos duros alojados en los cerebros de los muchachos, sin dar lugar a la pertinente asimilación y comprensión de nada.
Además la figura del profesor o maestro está vilipendiada, mal pagada, y soporta un increible stress, ya que se les confiere, casi en exclusiva, todo el peso de la educación de los chavales.
El Estado debe garantizar una enseñanza gratuita, en la que las familias no deban pagar ni siquiera los lápices que los alumnos utilicen. La enseñanza no es un negocio, es un derecho irrenunciable de todo país que quiera sobrevivir como tal y desarrollarse cara al futuro.
El Estado debe garantizar la aconfesionalidad de la enseñanza, como reza la Constitución. Eso quiere decir que no se puede favorecer a ninguna confesión sobre otra, ya que el papel neutro de las instituciones públicas así lo impone. La fe debe ser profesada y enseñada en ámbitos privados, incluyendo colegios en los que los padres decidan enrolar a sus hijos, pero que no deban, necesariamente, contar con el beneficio estatal mientras haya una sola escuela pública que necesite esos fondos. El concierto es una situación coyuntural que no debe devengar derechos adquiridos.
El Estado debe fomentar una enseñanza plural, funcional, en la cual los alumnos se sientan cómodos, en la que se recompense el esfuerzo, en la que el aprender sea visto como un fin y no un medio.
La ley de educación debe ser una ley que cuente con todos aquellos que se quieran sumar, pero en la que no se debe contar con aquel que quiera imponer cuestiones que escapan al ámbito educativo para meterse en el ámbito privado y moral de los individuos.
Por estas razones yo declaro mi rotundo ¡NO A LA LOE, POR UNA ESCUELA PÚBLICA, LAICA Y DE CALIDAD!

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