La calle vence a los políticos

Jacques Chirac ha retirado el controvertido contrato de primer empleo que había presentado su primer ministro, Dominique De Villepin, tras las jornadas de protesta vividas al norte de los Pirineos.
Es, sin duda, un triunfo de los jóvenes, los sindicatos y la izquierda francesa en general, que han vuelto a demostrar, como en otras ocasiones, que los desposeídos, los trabajadores, los proletarios, tienen un instrumento de presión democrático muy potente: la calle.
Éste, y no otro, debe ser el ideal democrático que persiga la izquierda.
La ciudadanía se ha acostumbrado en exceso a que la democracia consista, únicamente, en depositar una papeleta en la urna cada cuatro años, olvidando que, muy al contrario, la democracia debe ejercerse cada día, en cada pueblo, con el fin de controlar la acción de los gobiernos que actúan contra la opinión de sus ciudadanos.
Es hora de que los políticos franceses acometan una reforma laboral que incluya a los jóvenes desfavorecidos sin convertirlos en esclavos, porque ¿a caso no es esclavitud trabajar 2 años sin que debas percibir indemnización alguna en caso de despido?
Lo he dicho en otras ocasiones, y lo repito, la flexibilización, "per se", no es mala, lo que la convierte en infumable es que no vaya acompañada de medidas de cobertura que suplan la flexibilidad, y los gobiernos europeos se están acostumbrando a recortar en demasía los derechos que la clase trabajadora ha conquistado a lo largo de más de un siglo de lucha contra la injusticia.
Esta senda es la correcta, la de transformar la democracia en un instrumento real de participación más allá de las votaciones.