Tuesday, March 20, 2007

Chorradas antifeministas

Dense una vuelta por aquí cuando tengan tiempo, que el artículo merece una lectura.
Las feministas están con la mosca detrás de la oreja por el esfuerzo que está haciendo la derecha para continuar legitimando la dominación del sexo masculino sobre el femenino.
Después de leer ese artículo, traten de completarlo con esta lectura tan agradable, obra del histeriador Pío Moa:
“Seis de cada diez españolas creen que los hijos son un obstáculo para la vida laboral”. Lo son, sin duda. Lo extraño es que solo seis lo perciban así. Un obstáculo, claro, si la madre dedica un tiempo prudencial a la atención y educación de los hijos. En otro caso no. Quizá las cuatro que no ven obstáculo alguno correspondan al tipo de madre –en rápido ascenso– que, simplemente, se despreocupa de los críos, procura que cualquier otra persona se encargue de ellos, vuelve a casa cansada, con ganas de distraerse viendo la televisión o de cualquier otro modo, y no está para historias. Ve a sus hijos un ratito antes de acostarlos (o de acostarse ella, ese tipo de niños suele trasnochar casi tanto como los adultos). A esos minutos los llaman los expertos "tiempo de calidad”.
Cuestión de prioridades, en fin.

(...)
Es más, y aquí viene la gran noticia que liberará a Rodríguez de sus cuitas y rebeldías, tan perturbadoras para la serenidad que siempre buscan las personas equilibradas: ¡nunca ha existido esa opresión de la mujer por el hombre! Asombroso, ¿verdad? Pero indudable. A lo largo de los siglos, y ahora mismo, muchas mujeres (y muchos hombres) han sufrido y sufren opresión. Hasta podemos afirmar que todos sufrimos opresión de algún tipo, en mayor o menor grado y en unos u otros momentos. La vida de la inmensa mayoría de los hombres y mujeres ha sido muy similar: oscura (muy pocas personas han "pasado a la historia", y así será siempre, por lógica, aunque, para un cristiano, todas estén presentes ante Dios), trabajosa, sometida a ignorancias y aciertos, a costumbres mejores o peores, a mil azares… y, dentro de ello, todos y todas han experimentado alegrías y sinsabores en mezcla muy desigual según las personas. Esto es importante: según las personas, no según las clases ni según los sexos.

Naturalmente, entre varones y mujeres siempre ha habido y siempre habrá diferencias físicas y anímicas muy considerables. Esto puede parecer muy triste a personajes de mentalidad mesiánica y estereotipada, pero la vida resultaría invivible sin esas diferencias. En todas las sociedades ha existido una especie de división del trabajo basada en esas diferencias naturales. Por ejemplo, el cuidado del hogar y la educación de los niños suele ser tarea fundamental, aunque no exclusivamente, femenina (la raíz del feminismo está en la aversión a esa tarea, tan opresiva en comparación con las divertidas y gratificantes actividades de que, según parece, siempre ha disfrutado el varón). Otras diferencias tienen rasgos más crudamente naturales. Otro ejemplo: mientras se ignoraron algunas normas de higiene y la existencia de los microbios, el parto fue un riesgo muy grave, además de doloroso, y el tiempo medio de vida era menor en las mujeres. Los avances en el conocimiento y la técnica, debidos a la actividad del varón –no siempre ha sido éste tan malvado con sus pobres compañeras–, ha cambiado bastante las cosas, y hoy en casi todas partes las mujeres viven más que los hombres.

La mesiánica ideología feminista no cesa de ponderar la superioridad de la mujer actual sobre sus humilladas predecesoras, tanto más despreciables cuanto que no solían mostrar descontento con su intolerable posición; ni cesa de ensalzar la "conquista de actividades y puestos sociales antes reservados al varón" y otros logros parecidos. Con ello pasan por alto dos cosas: en primer lugar, que en la historia real esas actividades y puestos sociales han sido el fruto, no siempre agradable, de la actividad masculina dentro del reparto tradicional de papeles. Es decir, han sido creaciones masculinas, y no, como sobreentiende la ideología, acaparamiento masculino de algo previamente existente (ocurre lo que con ciertas teorías de la explotación tercermundista: dan por supuesto que la riqueza cae del cielo, pero que unos cuantos sinvergüenzas se la apropian, despojando a los demás). La entrada masiva de la mujer en ese mundo masculino ha tenido muchas causas, entre ellas las propia exigencias del desarrollo económico; o las guerras mundiales que obligaron a una movilización masiva de los hombres y a su sustitución por mujeres en el aparato productivo.

Y la otra cosa que ignoran alegremente esas ideologías es el precio de esa "conquista". La parte femenina aunque menos ostentosa que la masculina, daba estabilidad y continuidad cultural a la sociedad, y permitía encajar los conflictos creados por la mayor agresividad del macho. Todo eso peligra ahora. La incorporación de las mujeres a ese mundo creado por el varón tiene aspectos atractivos, pero sólo los tontos creen que todo el monte es orégano. Los mesiánicos siempre creen haber descubierto la fuente del mal (la opresión de la mujer, viene a decir Rodríguez) y, queriendo secarla, han provocado, por lo común, inundaciones.
Así que si nuestro buen presidente repasa la historia en general y la de las ideologías mesiánicas en particular, acaso termine viendo las cosas de otra manera. En resumen: las mujeres no tienen la menor necesidad de la hiperactividad salvífica de nuestro presidente. Esto quizá desilusione un poco a Rodríguez, dada su natural tendencia a las misiones esforzadas, pero tiene la ventaja de que le permitirá descansar. Y, algo casi tan importante, también dejará descansar un poco a la atribulada sociedad española.


Este sujeto no sólo es un panfletista de la historia, un revisionista pro-fascista que en nada se diferencia de los corifeos del terrorismo, sino que además es un machista decimonónico encantado con que los hombres-hombres, esos machos de verdad que llevan los pantalones en casa, continúen disfrutando de una posición de dominación social sobre la otra mitad de la humanidad.
Moa, eres un indeseable.
http://libertaddigital.com/bitacora/piomoa/ (entre bajo su propia responsabilidad)

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1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

¿¿IGUALITARISMO??

La Naturaleza es aristocrática, incluso más aristocrática que cualquier sistema feudal o de castas. Por ello, su base arranca desde una base muy amplia y termina en una punta muy afilada. Y aun cuando la plebe y la chusma, que no soporta que nada los supere, consiguieran derrocar todas las demás formas de aristocracia, a ésta tendrían que dejarla en pie, sin recibir a cambio ni las gracias, ya que la Naturaleza actúa precisamente "por la gracia de Dios".

Arthur Schopenhauer.

Espero que el director del presente blog pueda comentar acerca de esa sentencia de un inmortal pensador.

8:03 AM  

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