Thursday, May 10, 2007

El adiós de un Primer Ministro excepcional

Se va. Tony Blair ha anunciado hoy que abandona la jefatura del Gobierno y del Partido Laborista británico.
Con él se van los diez mejores años en el Reino Unido desde la II Guerra Mundial.
Su figura se ve empañada, sin duda, por una sumisión injustificable a las tesis americanas respecto al conflicto bélico en Irak. Un grave, gravísimo, error que, sin embargo, no puede oscurecer totalmente la figura de un hombre de Estado sin parangón en la reciente historia británica.
Tras el Thatcherismo, Tony Blair recogió un país con graves deficiencias sociales, un sistema público devaluado y unas fuertes incoherencias internas, fruto de unas políticas anormalmente agresivas en lo económico y social sostenidas por los Conservadores en el poder.
Con una brillante actualización en lo económico, el Nuevo Laborismo supo hacer frente a los problemas que aquejaban la cohesión social del país sin penalizar en su esfuerzo la marcha del sector privado, tan importante en un estado fuertemente desregularizado.
Acometió importantísimas reformas sociales que le llevaron a tomar el control del sistema sanitario, privatizado de modo torticero en época de la Dama de Hierro; y a nacionalizar los ferrocarriles, sobre los que pendía la amenaza de quiebra que hubiese hundido a un país tan dependiente de su red ferroviaria.
Introdujo el Salario Mínimo, y efectuó importantes mejoras en los sistemas sociales, especialmente en la educación, que han posibilitado que miles de ciudadanos en situación de desprotección hayan podido medrar y conseguir un puesto estable dentro de la sociedad.
Revitalizó el diálogo y la concertación social con unos sindicatos que habían sido destruidos bajo el paraguas del totalitarismo Thatcherista, logrando que los trabajadores británicos obtuviesen mayor respeto en su trato con los poderes públicos.
Y, como gran colofón, apostó sin ambajes y con determinación por la paz en el Ulster, logrando lo que hasta ayer era imposible: que las armas hayan callado dejando paso a la política y el entendimiento entre las comunidades enfrentadas en la parte norte de la Isla.
Todo esto, tan sólo pequeñas pinceladas de su acción de Gobierno, ponen a Tony Blair en un lugar dificilmente alcanzable por sus sucesores, sean del Partido que sean.
El borrón de Irak es importante, desde luego. Mintió, y por su mentira hay cientos de miles de muertos...pero sería un grave error juzgar toda su obra por ello.
En la balanza los éxitos multiplican a los fracasos.
La historia le juzgará.

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