El desconcierto internacional
Los nobles valores por los que nacieron la Sociedad de Naciones y la Organización de las Naciones Unidas se desmoronan día a día por el comportamiento ilegal de ciertos Estados miembros de la comunidad internacional.
La credibilidad de la ONU ha estado en entredicho desde su origen. Primero fue su nacimiento con el pecado original de tener 5 miembros que pueden vetar cualquier decisión de la mayoría; tras ello, la Guerra Fría y el tardío reconocimiento de la China Popular, en lugar de la China Nacionalista, ocasionó multiples fricciones entre los dos polos enfrentados en el seno de la organización; la tarea de desacreditar a los Secretarios Generales independientes, singularmente el caso de Dag Hammarskjoeld por parte de los Estados Unidos; o la inacción ante las acciones unilaterales de ciertos miembros, contraviniendo resoluciones de los altos órganos de la organización.
La última amenaza contra la paz y seguridad internacionales la siembra el Estado que más veces ha sido condeando por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Estado de Israel, contando con su inestimable aliado, los Estados Unidos de Norteamérica.
Cuando George W. Bush alzaba la voz en busca de identificar los "rogue states" (estados gamberros) del planeta fijaba sus cañones en Corea del Norte, Irán y Siria. Sin embargo ninguno de estos estados ha atacado a otra nación, ni han actuado gravemente en contra de la paz y seguridad mundiales. Incluso Siria ha cumplido con las resoluciones de la ONU que le acusaban de injerencias en la política interior de otro Estado, como es el Líbano.
El caso del Estado de Israel es meridianamente claro de lo que es un "rogue state", un Estado que ha atacado otras naciones en repetidas ocasiones, que ha ejercido la violencia y la represión contra civiles de otros Estados, pone continuamente en riesgo la seguridad y paz mundiales mediante el uso de la fuerza, prohibido por la Carta de San Francisco.
La última hazaña israelí consiste en aislar a todo un pueblo ejemplarmente multiétnico, como es el Líbano, que tras superar una terrible Guerra Civil promulgó una Constitución que para sí quisieran muchos Estados de la zona, reconociendo el derecho de todos sus ciudadanos al respeto a sus creencias y consagrando la diversidad racial y religiosa como fuente de riqueza y entendimiento.
Este marco, con todas sus dificultades, se hará añicos gracias a las acciones israelíes, que provocarán, sin duda ninguna, un fortalecimiento de la milicía fundamentalista Hizbullá, que ataca con cohetes caseros a todo un ejército armado hasta los dientes con armas de dudoso carácter convencional.
El mundo se encuentra ante una situación límite. La connivencia americana y el silencio europeo se tornan vergonzosos ante el descaro israelí, una aventura que puede retrotraer a la sociedad internacional a los tiempos previos a la Paz de Westfalia, es decir, al fin de las relaciones pacíficas entre Estados, porque ¿quién podrá negarle a la India su derecho a atacar Pakistán?¿quién cesurará a las dos Coreas si deciden entrar en guerra?¿qué derecho enarbolaremos ante un presumible conflicto entre Argelia y Marruecos por el control de Sáhara?
La respuesta que reciban los isrealíes nos dará la solución al resto de preguntas.
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