¿Cuba sin Castro?

La enfermedad de Fidel Castro ha vuelto a disparar toda suerte de rumorología en torno a su futuro y al futuro de Cuba. Algunos lo dan por muerto mientras otros rezan por su pronta recuperación, lo cual nos da una idea de la hondura que el personaje ha logrado marcar en la Historia.
Todos los regímenes fascistas han visto como su devenir dependía del de su fundador. Así la Italia fascista no sobrevivió a Mussolini, ni la Alemania nazi a Hitler. La España nacionalcatólica desapareció tan pronto como Franco exhalaba su último suspiro. Sin embargo los regímenes comunistas han tenido, historicamente, mecanismos de sucesión más desvinculados del líder carismático. De hecho la URSS siguió su rumbo tras la muerte de Lenin, su fundador y prohombre, del mismo modo que China continuó con el socialismo tras el fallecimiento de Mao.
Lo que pueda pasar con el futuro de Cuba es un misterio, y dependerá en gran medida de la postura que tome el pueblo. Cuba no tiene una estructura represiva que permitiera sofocar un posible posicionamiento popular en contra de su dirigencia, lo cual nos sitúa ante un escenario que, si se libra de intromisiones externas, se presenta fascinante, con un pueblo que podrá pronunciarse entre continuismo o transición.
No deseo la muerte de Castro, pero comprendo a quien se alegra de su estado, como millones de españoles se alegraron mucho cuando ETA liquidó a Carrero Blanco. Lo que sí deseo es que Cuba sea lo que los cubanos quieran, lo que decidan con plena libertad y ejerciendo su potestad democrática, libre de ataduras de terceros estados con muchas ganas de convertir la Isla en cortejo particular de sus intereses.
Castro es una figura fascinante, ha generado literatura como para llenar miles de estanterías.
Quizás lo mejor es dejar que su propio deseo se cumpla, aquel que él mismo expresaba con
la siguiente frase: "la Historia me juzgará".