Reformas fiscales y economía.
Uno de los temas estrella de la precampaña es la economía. Los últimos datos, con una subida del paro en el último trimestre de 2007, la bajada de la bolsa, y los miedos de una recesión en EEUU, junto con el advenimiento de Manuel Pizarro, han puesto en primera plana las propuestas económicas de los dos partidos llamados a disputarse la jefatura de Gobierno el 9 de marzo.
El PP ha prometido una reestructuración del IRPF, que suba el mínimo exento, y simplifique los tramos de tributación, siendo estos únicamente tres, 20%, 30% y 40%, en alza progresiva según sea la renta del sujeto pasivo. Los tramos parecen excesivamente escalonados, y eso puede provocar ingenierías financieras que provoquen una distorsión en la recaudación, pero la idea de cambiar y simplificar el IRPF es de agradecer.
El PSOE llevaba en su último programa la idea de simplificar el IRPF de modo que la declaración se pudiera cumplimentar en una hoja. Estando ambos partidos de acuerdo en la necesidad de cambiar el sistema fiscal en lo referente a las rentas del trabajo, se hace imprescindible aparcar rivalidades partidistas y acometer la reforma ya. Después de concebir el sistema ya podremos discutir sobre la articulación de los tramos impositivos.
Por su parte, Zapatero ha prometido una transferencia de renta directa de 400 euros para cada contribuyente, una medida similar a la que el Congreso americano, de mayoría demócrata, ha aprobado para revitalizar la economía americana. Es una medida puntual de muy corto recorrido, es decir, su única intención es insuflar cierta confianza de efecto inmediato al consumidor medio. Desde ese punto de vista, bienvenido sea. Pero ahí quedará toda su efectividad. Será una mera transferencia única que vendrá bien para estar un poco más desahogados unos meses. Si el superávit fiscal lo permite parece una buena medida psico-económica para calmar las aguas financieras, revueltas de un modo más que artificial, ya que los números son buenos, muy buenos, y no deben llevarnos a caer en el pánico, más allá de la lógica corrección a la que debemos asistir a nivel europeo, quizás un poco mayor en España.
La Conferencia Política del PSOE, celebrada este fin de semana, ha dado para mucho, especialmente para reforzar la figura de Jesús Caldera, uno de los mejores ministros de este Gabinete, y, posiblemente, de nuestra democracia. En ella se han dibujado algunas líneas de la política económica que desplegará el Gobierno si recibe la confianza de los ciudadanos el 9-M, algunas de ellas muy interesantes, como la deducción a las empresas que instalen guarderías, las deducciones para las familias o los nuevos permisos por maternidad.
Dichas propuestas, junto a la excelente medida, ya puesta en marcha, de subvencionar con 210 euros a los jóvenes que se emancipen, vuelve a poner al Gobierno socialista en el marco de los países con políticas de bienestar más desarrolladas del mundo.
"¡Es la economía, estúpidos!". Si de eso se trata, el Gobierno Zapatero ha consolidado y mejorado en estos cuatro años las cifras que heredó del Gobierno Aznar. A día de hoy cotizan a la Seguridad Social más ciudadanos que nunca, hay menos paro, la renta disponible es mayor, los servicios sociales públicos tienen más presencia en la vida ciudadana, las empresas españolas tienen más beneficios que nunca, tenemos superávit, etc.
Difícil será que el PP saque partido por esa vía, a no ser que el debate caiga en populismos y demagogias como la creación mágica de puestos de trabajo, unidades de seguimiento de precios (¡qué nombre tan comunista!), o plazas en guarderías públicas en las que no creen.
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