La descentralización inacabada
La Comisión Europea lanzó en 2005 el llamado Plan D (Democracia, Diálogo y Debate) con la esperanza de abrir un periodo de reflexión que sacara del atolladero el proyecto político europeo.
Dicho Plan, que podéis encontrar expuesto en la Comunicación de la Comisión COM 494(2005), trata de dar respuesta a los fallos que propiciaron el rechazo francés y neerlandés al texto constitucional, además de plantear un nuevo escenario de participación de la ciudadanía europea en la toma de decisiones políticas.
Mi opinión sobre el periodo de reflexión es positivo, y creo, sinceramente, que puede convertirse en el empujón que Europa necesita para ser una gran potencia democrática a nivel mundial. Pero debemos ser conscientes de que ello requerirá de un amplio espíritu europeista.
El Comité de las Regiones ha elaborado un dictamen en el que urge a la Comisión a incluir un cuarto núcleo dentro del Plan D, el compuesto por la Descentralización. Parece lógico que en un intento de horizontalizar e interconectar los centros de decisión política, cobren especial relevancia las administraciones más cercanas al ciudadano, es decir, la local y la regional.
Las acciones a nivel europeo siempre se llevan a cabo respetando el principio de subsidiariedad, uno de los principios rectores de la UE, que se basa en que la Administración Europea única y exclusivamente actúa en tanto la acción requerida no pueda ser alcanzada por una administración de nivel territorial inferior.
A resultas de esto y del proceso estatutario que vive España, me he hecho algunas preguntas sobre la descentralización:
¿Por qué la descentralización en España ha redundado en una suerte de duplicidad de administraciones, en lugar de una sustitución?
¿Por qué no aplicamos en España el principio de subsidiariedad que nos permitiría avanzar en un Estado más eficiente en lo económico y más efectivo en lo social?
¿Qué interés existe en negar el pan y la sal a los ayuntamientos, que soportan gran parte de los servicios de los que disfrutamos?
¿Por qué se vincula de manera torticera el debate sobre la descentralización administrativa con la presunta cesión de soberanía?
La descentralización es un fenómeno que ayuda, objetivamente, a ganar en eficacia, y que acerca al ciudadano y sus gestores políticos. En España hemos contado con malos políticos que han preferido descentralizar "cara a la galería", en lugar de realizar una descentralización seria que hiciera desaparecer dislates en la gestión de ciertas competencias en las que la solución de gestión compartida se ha revelado como gestión "ni pa ti ni pa mi".
Quizás sea el momento de no retrasar otros 25 o 30 años, que será el tiempo que puedan estar vigentes los nuevos Estatutos, la cuestión central del modelo autonómico, que no es otra que dar carpetazo al centralismo inútil.
3 Comments:
Darle más poder a los ayuntamientos? Ni loco!
¿Porqué?
El nivel intelectual de la política municipal suele ser el de los guiones de las películas de Esteso.
Si ya me da bastante asco la mediocridad que hay en la política estatal, las acémilas que ocupan los sitiales del edilato no suelen merecer ni ser secretario de una comunidad de vecinos.
Cuanto menos puedan mandar, mejor.
Y no hablo de urbanismo por no hacer leña del árbol caído...
Podemos darle la vuelta al argumento: los políticos municipales son los más cercanos al ciudadano, ergo se arriesgan a la quema en plaza pública si no hacen las cosas como deben.
De todos modos es una cuestión de modelo social y político, de idiosincrasia.
Leyes marco definidas + descentralización + fiscalización municipal = eficiencia
Suena bien lo del poder cerca del ciudadano. Lo que pasa es que cuando está lo suficientemente cerca como para reconocerla la cara, aparece el nepotismo y el populismo.
Ejemplo de lo primero: un concurso a una plaza de un ayuntamiento. Esa plaza ya tiene nombre y apellidos. Muchas veces el temario y los requisitos, la convocatoria misma está hecha a la medida del aspirante. El examen es un mero trámite para darle legalidad a la contratación.
De lo segundo: la tan cacareada política urbanística. Un alcalde que convierta un villorrio en un segundo Marina D'Or va a ser considerado un héroe en ese pueblo. Y es normal, la parcelita del abuelo, que antes daba maiz y berzas y ahora está abandonada, pasa a costar una burrada de millones. A todos nos gusta levantarnos con unos cuantos kilos más en el banco.
Que sí, que el pueblo ya no es lo que era, que feas son esos edificios y ya no se puede ver el mar. Pero mira, con ese dinero te has comprado un coche, has abierto un bar de temporada o un economato...
La gente de los pueblos sabe que donde hay movimiento de grúas hay dinero. Y no sobra el dinero para andarse con sentimentalismos.
La cuestión es que la costa no es sólo de ese ayuntamiento, de esos vecinos. Todos tenemos derecho a que quede algo de costa por urbanizar para decirle a nuestros hijos: mira, el mar.
Pero claro, el alcalde que frene el desarrollo urbanístico, se expone a la quema en la plaza pública.
Que conste que creo que los ayuntamientos debieran financiarse directamente con impuestos directos.
En otros países hay ayuntamientos fuertes (también porque las instituciones regionales son débiles) y...funciona.
En Finlandia creo que tienen hasta competencias en educación.
Pero sinceramente, yo no veo a un alcalde de la España profunda, elegido por un 70% de votos, eligiendo al profesor de la escuela.
Miedo me da.
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