Bienvenidos sean los debates
Después de 15 años ha vuelto el debate cara a cara entre candidatos a la Presidencia del Gobierno.
El envite ha sido bueno, con momentos muy buenos. Ha estado cargado de tensión, de reproches, de ideas, de contraposición. No ha defraudado, desde luego.
Rajoy salió fuerte, duro...quizás demasiado. Su discurso estuvo en la línea de lo que ha hecho durante los últimos cuatro años, centrado en el terrorismo, la ruptura de España y la inmigración, tema que llevaba estudiado al dedillo. El problema es que se ha pasado de frenada cuando ha acusado al Presidente de "agresor de las víctimas", y a los inmigrantes de delincuentes. En definitiva, su discurso ha sido muy eficaz para sus partidarios, pero ha cerrado definitivamente cualquier resquicio de centrismo en el PP, y eso puede haberle costado el apoyo de muchos indecisos. Su conclusión final pasará a los anales como uno de los momentos más incoherentes y absurdos de la historia de la política española.
Zapatero comenzó con un tono demasiado desapasionado, aunque se ha ido entonando. Ha ido de menos a más, con momentos excelentes en política social, y retos del futuro, y hábiles réplicas en materia de inmigración y terrorismo. Mostró humanidad cuando Rajoy se enfangó en el tema de las víctimas, y su pose y su tono sonaron convincentes y cercanos.
De todos modos deberá mejorar y ser más Zapatero en el segundo debate, ya que no se puede permitir unos primeros 15 minutos tan fríos, ante un rival al que podía haber dado la estocada ante su cúmulo de errores en la segunda parte del debate.
En definitiva, y en mi opinión, Zapatero ha ganado un buen debate, aunque no ha goleado a un rival que sabe que se juega su supervivencia política en estos debates.
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