Tuesday, June 10, 2008

Tres apuntes tristes

No está siendo la mejor semana. Se suceden noticias que extienden la sensación de que estamos ante el borde de un precipicio, y lo peor es que ni gobiernos, ni sociedad civil parecen estar en disposición de cambiar las cosas. Eso, o los medios de comunicación están vendiendo más a costa de titulares de dudosa verificabilidad fáctica, singularmente el amarallista diario EL MUNDO.
Por mi parte hay tres cuestiones que en los últimos días me han hecho reflexionar.

En primer lugar, la inexplicable herida de muerte que los Gobiernos europeos han decidido propinarle a la Unión Europea, y a las conquistas sociales históricas de la clase obrera del Viejo Continente. Sólo desde la atalaya de la fría burocracia, y con una absoluta connivencia con los defensores del neoesclavismo llamado "neoliberalismo" (¡si Adam Smith levantase la cabeza!), se puede perpetrar tamaño ataque a la esencia sociocultural europea. El Gobierno español, en franca minoría, ha defendido con acierto el actual modelo, y ha definido la nueva directiva como una vuelta al siglo XIX. Nunca ha estado mejor el Gobierno Zapatero a nivel europeo que en esta ocasión.
Por mi parte sólo apuntar que este atentado terrorista (Terrorista: Que inflinge terror...¿Hay algo que provoque más terror que la vuelta a la esclavitud, a los abusos empresariales, al sometimiento?) puede provocar dos cosas: Por un lado que la izquierda europea salga de su letargo, y, abandonando banderas absurdas y extravagantes a las que se ha aferrado en los últimos tiempos, encabece de nuevo el cambio social, lidere las movilizaciones sociales, y vuelva a ser la fuerza hegemónica entre los ciudadanos que han perdido la fe en un mundo mejor. El segundo escenario es que la sociedad se quede de brazos cruzados, anestesiada sin ver lo que se le viene encima, y que la izquierda renuncie a su papel de liderazgo. En este caso, en unos años la situación llegará a un punto de tensión tal que aparecerá algún salvapatrias populista que, con recetas mágicas, concite tras de sí el apoyo desesperado de los nuevos esclavos, dando paso a lo que estos procesos siempre traen consigo: la dictadura de algún iluminado. "Cuanto peor, mejor" que decía Lenin.

Por otro lado, tenemos la huelga de transportistas, un paro que, si bien se basa en razones comprensibles, no puede, de ningún modo, bloquear al resto de los ciudadanos a los que también les afectan las subidas de los combustibles. Los transportistas están actuando como si fueran una mafia ungida por la unicidad de aquél que desprecia al resto de los mortales. Protestas sí, pero coacciones no. Reivindicación sindical toda la del mundo, pero sin que ello signifique creerse el centro del universo. El resto de los ciudadanos también viven con preocupación esta situación, y no tienen porque verse utilizados por aquellos que piensan que, excitando su descontento, podrán verse beneficiados por alguna medida gubernamental.

Por último, la aparición de ayer de la Ministra de Igualdad se comenta por sí misma. La propia existencia de un Ministerio de Igualdad es del todo absurda, tan absurdo como sería tener un Ministerio de la Felicidad, o un Ministerio de la Convivencia. La Igualdad es un valor a alcanzar en diversas areas, pero no un fin en si mismo. Equivocando el todo con la parte, el fin con los medios, estamos desperdiciando esfuerzos, derrochando dinero, y dando la sensación a la ciudadanía que Bibiana Aído es una mera cuota dentro de un Gobierno con cierta pátina snob en su progresía. El teléfono de "canalizaciónd de agresividades", hoy corregido a "teléfono en el que los hombres podrán preguntar ciertas cuestiones" es un absurdo gigantesco. ¿Un teléfono de la esperanza público?¿Un teléfono de atención a hombres con desórdenes de comportamiento de género? No le veo yo la utilidad, salvo que algún asesino morboso decida llamar tras haber degollado a su mujer para contárselo al operador u operadora de turno. ¿No sería mejor tener a esos expertos que estarán al teléfono a pie de calle, en servicios sociales de ayuntamientos?

Malos tiempos para la ciudadanía que cree en el Estado Social y Democrático de Derecho, y en el Bienestar común por encima de la ley de la selva. Felicidades a los Darwinistas sociales, a los neoliberales y a los neofascistas. Están ganando la batalla.

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